La Racha Diabólica

Blog sobre (hacia) el Mundial

jueves, mayo 04, 2006

Hotel, Berlin Oriental, 21 horas

La comitiva Argentina ha llegado a hospedarse. Mi cuarto de hotel -Parsifal; 3 estrellas; desayuno continental- es pequeño pequeño como el burgués de Monicelli. Recuerdo el chiste de Marx (Groucho): "Servicio de habitación", "¿Sí?", "¿Podría enviarme una habitación más grande?". De hecho, si el lecho fuera como el de Procusto, poco quedaría de mi humanidad. Recibo un mensaje del "negro" Orozco invitandome a un cabaret llamado "Gumersinda's Legs". Pienso si concurro. Mientras tanto... (!) en otro lugar de la misma ciudad, doblevé (Teodoro) cree que las salchichas que come en la zona aledaña a la estación de San Martín, son mejores que las que expende una robusta señora alemana (Inga) en la AlexanderPlatz; la mostaza (anotar) es mucho más picante, dice. En este mismo hotel se hospeda Hache. Supongo que es quién me golpea la puerta ahora. Lo hago pasar. Me ofrenda su controvertido libro; prometo leerlo y (según me indica él, puedo criticarlo) discutir sus atributos. Me avisa: "a los gorilas, por supuesto, no les gustó un carajo". Le hago saber que a los peronistas tampoco (aclaración: la imagen de un Perón decrépito negociando con alienigenas socialistas su vuelta a la Argentina en un OVNI fue repudiada con la misma virulencia por el sector sindical que respondía a Rucci y por los grupos más reaccionarios del mismo movimiento; para ellos "el general" no podía ceder ante estos seres inferiores y a primera vista no peronistas; lo que ponía en juego Hache, sin una intención irónica, era la autoridad y la capacidad de mando del gran conductor (acaso también entonces, su conducción). Hache me dice entonces: "bueno, sabrá ud. que para verificar la existencia de un genio verdadero hay que buscar a todos los necios que se le ponen en contra". La cita es de Stevenson (eso no se lo digo). Lo despido. Tengo que ponerme un saco. La noche alemana me espera.

lunes, mayo 01, 2006

Aeropuerto de Frankfurt, 17 horas (Alemania).

Salimos de Ezeiza a las 21 del día de ayer. Yo (debería presentarme, burro por delante; el crédito del nuevo periodismo deportivo; egresado de la Escuela de Altos Estudios Periodísticos Del Deporte "Chiche" Soñora, orientación fútbol -la otra orientación es ajedrez-; por mi extraordinario desempeño evidenciado en el promedio con el que me recibí 9.75 -disgreción: una feroz discusión sobre el sentido moral del offside en el seminario del colorado Liberman me bajó, notablemente, el coeficiente- fui galardonado con el viaje a Alemania, la estadía en el país, una visa temporal de trabajo -voy a cubrir el certámen- que acredita que no estoy de vacaciones sino trabajando; mi nombre clave es "Z" -revelar mi verdadera identidad revelería también que no estoy trabajando full time; sabrán comprender); Teodoro (doblevé, lo apodé) Alcorno, ganador de un televisor "de esos de plasma" y un viaje al mundial; pesimista en cuanto a la suerte de su selección (Argentina) y sobre casi todo lo demás -reaccionario, anoto-; el fornido "negro" Orozco, años ha, oscuro fullback del efímero Loma Negra; acaso el hombre más feliz de esta compañía, su relación -sentimental, anoto como si fuera Marcela Tauro- con la dueña de aquel equipo lo sostiene al frente de una pizzería en Mataderos; aquí -me refiero a una posición erguida en el aeropuerto- lo sostiene el whisky y las pastillas; por último, viaja -viajó debería decir- con nosotros, el escritor -y filósofo agrega él no yo- Baldomero Hechenagucia -desde ahora ache-, ex boxeador, ex militante montonero, su fama (y su economicamente afortunado presente) se la debe a una edición de bolsillo, muy venerada en su tiempo muy defenestrada ahora, sobre la llegada de unos extreterrestres socialistas (aclara, ache, que aunque hoy se lea como uno de los comienzos de la ciencia ficción en nuestro país, para él era sólo un relato costumbrista con un toque de fantasía -que acaso sea la vuelta de Perón en un plato volador, anoto-). Esos son mis compañeros.

Al diablo con lo demás.
Aleluya.